martes, 23 de junio de 2015

LA SUBIDA AL MONTE

A baixa y el curro, constituyen A RAPA. Son complementarias, no puede  vivir la una sin el otro; es necesario vivir la una y el otro. Lo cual no limita que, a unos les guste más a baixa y a otros, el curro.
Este año 2015 no podré disfrutar del completo; los traumatólogos se estuvieron pasando la pelota un tiempo, al final se decidió una intervención en el pie y no llego a tiempo para ir al monte. Ya tenía convencido a Samuel, que este año subiríamos al Cádavo, el monte más alto, el más majestuoso, el de las rías, el del viento que fecunda as bestas, el de la fuente do Cabalo, el del dominio de Makelele. Me tendré con conformar en subir a un coche que me deje en el Peón. Como no participaré en A baixa, que ya no es lo que era, vamos a comentar alguna subida al monte.
Hace unos años, en casa nos levantamos, al poco de acostarnos; a las siete de la mañana, con el despertador de Paco de Magariños, que martillea los oídos, ¡pum¡,¡pum¡ pum¡¡¡¡¡, con un sonido distinto si el cielo está despejado, nublado o lluvioso, y que no lo puedes evitar aunque te escondas bajo la almohada.

Desayunamos, y mi hermana, como siempre, nos prepara los bocadillos. Tengo dudas sobre mis posibilidades de afrontar con garantías la subida al monte y decido quedarme en la cocina para evitar la tentación e, irresponsablemente, unirme al grupo.
Una señora cargada con cámaras fotográficas, llama a la puerta y saluda.” Buenos días, dónde se recogen las acreditaciones” A  estas horas no hay nada abierto, ha terminado la Misa y la gente se dirige al monte.” Bueno acabo de llegar en taxi desde el aeropuerto de Santiago ¿Dónde pudo tomar un café?” En ningún sitio, pero si quiere un café y un desayuno, aquí mismo. La reportera deja sus cámaras y desayuna. Al terminar y dar las gracias, me dice: ”Me puede indicar el camino para subir al monte” Le contesto que le acompaño a la Costa do Campo para mostrarle el camino que se puede divisar. En ese trayecto desde mi casa a la casa donde  había nacido, iniciamos interesante conversación, pero yo iba pensando; yo tengo dudas y esta mujer cargada de cámaras va toda decidida, no sabe con lo que se va a encontrar y no duda; yo conozco el camino, ella no; yo no llevo peso, ella sí. No sé si San Lorenzo, nuestro abogado, que te ayuda en las dudas; el camino que al andar te da fuerzas, mi abuelo que desde la ventana me estaría recriminando mi falta de valor, la tendencia a compartir y colaborar o ese aprendizaje a lo largo de toda la vida al que uno se dedica, lo cierto es que ya llegamos A Ponte que sobre el rio  separa al pueblo del monte y si lo traspasas, ya sabes que llegarás a los Montes de Montouto.
Le voy contando las historias de la Rapa, vamos despacio, pero muy despacio para subir el Marco del Feal, hablamos de fotografía, de que mi hermano Anxo puede que sea el que más fotos tiene de la rapa, que los fotógrafos vienen a comer a casa y compartimos. Pero ya las rodillas se flexionan menos y me dice “Pepe falta mucho” le dijo que poco, que al doblar aquella loma. Pasa algún todoterreno y me dice: ”Pepe paramos ese coche”, estamos llegando, pasada aquella loma. Yo no me atrevía a decirle que si le llevaba alguna cámara, pues sé que para  los profesionales de la fotografía, la cámara es una prolongación de su cuerpo. Tras varias promesas de que aquella era la última, me adelanto y veo los todoterrenos aparcados en el Peón y algunas greas en el cierre. Al llegar y antes de sentarse y dejar las cámaras, se acercan, lo fotógrafos habituales, Cristóbal Hara, Carlos Puga, Xavier Fernández…. ¡Hola, Cristina¿ cómo has llegado hasta aquí?

Cristina García Rodero, estuvo comiendo en casa y compartiendo los días de la Rapa; su intención era incluir fotografías  de la Rapa en  la exposición que estaba preparando para Santiago con el título TRASTEMPO, pero no se llegó a tiempo para su inauguración en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo, CGAC,  en enero de 2011.
En 2013 fue elegida Miembro de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando y este año inaugurará la Escuela de Verano de la Universidad Complutense en el Escorial.
Esperamos la publicación  y catálogo de A RAPA de SABUCEDO por esta fotógrafa de la Agencia Magnum, Académica, Premio Nacional de Fotografía y multipremiada.

En 2014, sin dudas pero con cabeza, me planteé la subida la monte, con calma; dejé que el grupo se distanciara para ahorrar esfuerzos en los primeros envites y mantener fuerzas para las primeras escaramuzas de Soprepequite, en el bosque de acibros; y sobre todo, ante el temible y desafiante Marco Feal. Subiendo despacio sobre la negra tierra y mirando siempre arriba, diviso una figura humana parada. Al llegar a lo más lato, siguiendo sin mirar atrás, una señora, me dice que se ha perdido y que si le puedo indicar el camino. Hablamos y ante las peculiaridades de su acento en buen castellano, me contesta que es norteamericana y que se llama Rebeca. Que le gustan muchos caballos y que tiene una docena en su rancho. Que además de internet, conocía cosas de la Rapa, por su marido que había estado en la Misa pero que regresó a la Casa Rural. Que su marido era de Noya, que fue fotógrafo de la Armada de EE.UU, pero que ahora tenía su propia agencia  de modelos y para la vida social. Le voy contando cosas de la Rapa, su interés es creciente y llegamos al Peón. En el cierre, hay poco más de veinte bestas; ella se acerca a ellas y después de observarlas se incorpora al círculo para cuidar de que no se escapen. Pasan las horas y se acerca una grea, se produce el tumulto, la gente se coloca para facilitar su entrada en el cierre, pero as bestas ante la presencia te tantos todoterreno, encuentran un hueco y huyen montearriba hacia Souto; los que venían con ellas se quejan de que todo su trabajo se vino abajo por la falta de organización para la entrada y por la presencia de los todoterrenos. Pasan las horas, el sol es de justicia, pero Rebeca sigue cuidando en el cierre. Un joven motorista con su uniforme ad hoc, llega donde estamos tumbados a reguardo de la sombra de  los pinos, apaga su moto y la tira a nuestro lado. Cuenta la aventura de que en un regato, la moto se encabritó y que salió despedido por encima de ella. Le sugerimos que retire la moto por si vienen más bestas y no pase como las que huyeron por la presencia de los todoterrenos, contesta que cuando lleguen as bestas que,  ya la retirará. Rebeca sigue cuidando, a las cinco de la tarde, regresamos al pueblo. A las siete y media llegan los que han dejado as bestas en el cierre.


Antes, siempre, hasta los últimos cambios, baixaban as bestas y los que los que las habían ido a buscar no más tarde de las cuatro o cinco de la tarde; el pueblo estaba a rebosar y todos disfrutaban de la llegada das bestas. Ahora sólo llegan los que las fueron a buscar y as bestas se quedaron en el  cierre, nadie les espera ni las espera, habrá que ir a buscarlas mañana por la mañana al cierre.. As bestas tienen memoria, y seguro que añoran tiempos pasados, en los que con mucho esfuerzo y cansancio desde las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde, llegaban a los montes do Curuto y ya descansaban hasta el día del curro. Ahora pasan una noche en el cierre y dos noches en el cierre del Curuto, dos sitios distintos; antes venían en un día y ahora en dos; no les podemos preguntar si así están más cansadas o más descansadas, pero se les nota.