Pepe vino
de Quireza. Eran tiempos de rivalidad entre los mozos de Sabucedo y de
Quireza, a los mozos de Quireza se les rechazaba porque venían a cortejar a las
mozas de Sabucedo y en Quireza los mozos hacían lo mismo con los de Sabucedo.
Las peleas en las fiestas de ambas aldeas vecinas eran parte de la fiesta, o
mejor dicho de terminar la fiesta, a veces con la intervención de la Guardia
Civil, en las que un sargento de Cerdedo se aplicaba con clara parcialidad
contra los de Sabucedo. Pero las cosas no iban a más; de hecho los de Quireza
presumían de llevarse las mejores mozas para Quireza o de casarse en Sabucedo y
los de Sabucedo presumían de lo mismo. Así llegó Pepe a Sabucedo, se casó con
Eladia y a partir de entonces era Pepe de Eladia. Eladia era hija de Palmira
Moreira, mujer que durante la Guerra, y ante la participación de los hombres en
aquella guerra fratricida, absurda y caprichosa, organizó a las mujeres para
seguir celebrando la rapa das bestas, buscándolas en el monte y rapándolas en
una manga de madera (especie de embudo) de rodillas desde el muro del curro.
Palmira era mucha Palmira, de bondad y de cariño, y de muchos años, 1914-2014,
Medalla de Oro de la Diputación de Pontevedra.
Pepe de Eladia tuvo que emigrar,
como la mayoría de los hombres de Sabucedo y después de varios trabajos, se
dirigió a Suiza. Desde Suiza venía a Rapa das Bestas, llegaba para subir al día
siguiente al monte, aloitaba el sábado, domingo y lunes, y al día siguiente,
camino a Suiza, con magulladuras en todo el cuerpo y con alguna costilla con
fisuras. En el monte, el día de la baixa, dirigía un grupo para traer una grea, explicaba cómo hacerlo, instruía a
los más jóvenes de Sabucedo, que por
primera vez se iniciaban en las tareas de rodear as bestas y a los curiosos
que venían por primera vez a las tareas da baixa; siempre didáctico y
respetuoso, jamás reprendía y siempre animaba, trasmitía pasión y disfrute, era
el primero en correr y atajar, y si las bestas se escapaban, sonreía “que
listas son”, animaba a los que habían participado y
enseguida preparaba el siguiente plan.
Fotografía de Rafael Sánchez Lobato (1.935-2015)
En el curro era un gran aloitador,
pequeño de estatura, pero fibroso, ágil, que con una técnica depurada, que completaba con el nervio con el que se aplicaba. En el
año 1970, se convirtió en Touriño, el nombre mediático con el que el Diario
Pueblo de Madrid, ponía píe a sus impresionantes fotografías en blanco y negro.
Las fotografías de los años 69 y 70 las firmaba el fotógrafo Carlos Hernández Corcho, Medalla de Oro de la
Federación Internacional de Arte Fotográfico (FIAP), en 1967, miembro de La
Colmena, desde 1966 de la Escuela de Madrid. Durante la rapa se hospedaba, en
casa de Palmira, Eladia y Pepe de Eladia.
Otro fotógrafo, humanista, pionero de la
fotografía con tintes antropológicos, de un mundo
neorrealista de contenido humano con ojos antropológicos, compañero de Carlos
Hernández Corcho en la Escuela de Madrid,era Rafael Sanz Lobato, que trabajaba
en una empresa americana en Madrid hasta las cinco de la tarde del viernes,
vino en su 600 a Sabucedo el viernes de 1970, subió al monte el sábado y el
domingo estuvo en el curro, y por la noche para Madrid para trabajar el lunes a
las ocho de la mañana; muchas fotografías de Touriño. Lobato, Medalla de Oro al
Mérito a las Bellas Artes, 2004 y Premio Nacional de Fotografía 2011.
Fotografía de Rafael Sánchez Lobato (1.935-2015)
Fotografía de Rafael Sánchez Lobato (1.935-2015)
Pepe de Eladia se hartó de Suiza
y comenzó a trabajar en Dragados, era un experto encofrador, trabajaba todas
las horas extra posibles para traer todos los ahorros a casa. Comprometido con
la empresa y muy reconocido, llevó a varios vecinos de Sabucedo para ser
contratados e incluso a sus hijos José Manuel, que aunque licenciado en
Geografía e Historia, especialidad en Historia del Arte, se integró en la
empresa y a Michel, Topógrafo que “aolita”en Puebla de Sanabria para que el AVE
llegue a Galicia. Pepe de Eladia, con más de treinta años en Dragados, se
jubiló.
Se dedicó a su familia y a las
tareas de la casa. Viajes a la Estrada y Pontevedra para la salud de Palmira y
las rodillas de Eladia. La casa de Palmira, Eladia , Pepe de Eladia y sus hijos
José Manuel y Michel, está en la cima del Cadaval. El olor de las potas,
invitaba a sentarse en el banco de piedra de la entrada; pero yo desde muy
pequeño entraba, levantaba la tapa de la pota y me sentaba a escuchar lo que
Palmira, Eladia y Pepe, si estaba, me contaban, luego preguntaban por mi
vida”ay Pepiño, meu filliño”; se respiraba y se trasmitía cariño, familiaridad,
proximidad; salías de ese ambiente cálido e impregnador más alegre, satisfecho
y con ganas.
Trasmitió a sus hijos, su buenomía,
su carácter, su sentido de la responsabilidad en la vida y en el trabajo, su
preocupación por los demás, su respeto a los animales y también a la tierra de
la que agradecía sus frutos… y su amor por la Rapa das Bestas. Su hijo mayor
José Manuel ya a los dos años aparece en fotografías en brazos de su padre en
medio de las bestas del curro. José Manuel pronto destacó en la rapa,
aloitador, agitador, conquistador de logros, fue presidente y alma de la
Asociación da Rapa das Bestas desde 1983 a 1989. Por la dimensión internacional
y mediática de la Rapa y sus múltiples apariciones en televisiones,
documentales y revistas, retomó el nombre de Touriño, el mismo que su padre
pero ahora en digital y color. Su hermano Michel es hoy el rostro más
fotografiado de la Rapa, su rostro griego y su sonrisa permanente están en
todas las revistas y redes sociales de medio mundo; en el monte dirigiendo a
los que van a buscar la grea
de la Conla, apoyado o agitando su moca; y
en el curro, apadrinando a los niños y niñas que se inician con la retirada de
los bichos, o aloitando, zarandeando
el rabo de una besta, con toda su
fuerza y con la cadencia en sus piernas del bombo al que dedica su ocio y
cultura en el grupo O liño do Cuco.
Pepe de Eladia sube y baja de su
casa del Cadaval al Teleclub; si ve un
coche delante de nuestra casa, se
acerca, saluda y pregunta quién está; si
está mi madre, 95 años, entra le da un beso y charla unos momentos con ella, sino
salimos a charlar con él, quien esté, mi hermanos, Rosa, Anxo, Manuel, Carlos,
María; si va para el Teleclub, no quiere entrar en la casa ”Pepe vamos a tomar
unha espuela”, un vaso de vino blanco; si ya sube para su casa se le invita a
tomar algo ”non quero tomar nada, xa tomei, vou pa casa que me están esperando”.
Si lo encuentras en el Teleclub, “tomate algo”. La última vez ¿”que tal don
Pepe”?, nunca el don me sonó con tanto
cariño y familiaridad, ¿e ti?, le pregunto,“estou fodido mañán teño que ir o
Hospital, non sei que carayo teño na vesícula”. Ya no tomábamos la espuela , el
tomaba café con leche.
En la rapa, ya nunca quiso volver al curro, porque
aloitaban sus hijos; desde hace ocho años se entregan los Premios Aloitador a
aloitadores y personas que se hayan significado por su apoyo a la Rapa; año tras año se ha negado
a recibir ese reconocimiento; él, que hacía las cosas callando y no dándole importancia a lo que
hacía porque siempre era para los demás; ese reconocimiento ya lo tiene su hijo José Manuel, Touriño
Pepe de Eladia siempre escuchaba,
practicaba una sorna gallega, respetuosa y cálida; siempre comprendía y
ayudaba, siempre de buen humor; siempre
familiar y preocupado por la familia; de Sabucedo, sus gentes y sus
tierras hasta la médula. Se fue a los 78
años pero no se llevó el cariño de
todos; eso nos queda y continuará porque muchos lo llevamos muy dentro y lo
trasmitiremos porque te queremos y eso será por siempre.
Gracias Pepe, ha sido un honor aprender de ti
y disfrutar de los momentos que ya nos acompañarán en nuestra vida y donde
estemos. Un abrazo.
Pepe, Pepe do Campo, José Manuel.