viernes, 2 de agosto de 2019

EL RAYO, RELÁMPAGO ALOITADO POR PRIMERA VEZ


El Rayo es un caballo fuerte, ágil, poderoso, que en los últimos cuatro años, el día de la baixa, conseguía escaparse de los cercos y estrategias de los mozos y mozas, y se quedaba en el monte con algunas de sus bestas, por lo que estaba en un estado más salvaje. Este año en la rapa 2019 se consiguió que bajara al curro para ser rapado, pero  con muchas dificultades, intentos fallidos y cansancios acumulados.
El viernes 5 de julio,  Rayo estaba con su grea en las piorneiras y altos toxos cerca del regato de As Lamas, antes de la carretera tras la cual se inicia el monte del Cadavo, el más alto por encima de los 800 metros. Pese a las dificultades para poder avistar a la grea, por la altura de los toxos y la espesura de  las piorneiras, un grupo de hombres y mujeres consiguieron cercar la grea. El intentar ir cerrando el cerco fue muy peligroso porque por la altura de los  toxos no podías saber donde pisabas ya que podías caer en un agujero o resbalarte desde una piedra; y si tenías que correr los peligros eran mayores porque tampoco sabías donde apoyar la vara. Tras varios intentos, en el cuarto, consiguieron  cercar a la grea y al Rayo, y muy despacio ir conduciéndola hacia una congosta, con muros a ambos lados donde solo había que cuidar de las dos cabeceras. Pero cuando estaban entrando en la congosta, Rayo y una besta se escaparon, y se detuvieron en una zona próxima desde donde podían ver a la grea e intercambiarse relinchos.


 José, Mosteiro, Fran y dos que estaban guardando a grea, a quienes relevamos, saltaron el muro y se dispersaron para rodear a Rayo y la besta; apenas les veíamos sus cabezas por la altura de los toxos pero Rayo los sintió y con la besta escaparon monte arriba. Los que las perseguían  se fueron abriendo, al tiempo que subían monte arriba;  Rayo los observaba y antes de que cerraran huyó monte abajo. Se repitió el cerco; poco a poco, con mucho cuidado sin hacer ruido y tratando  de ocultar los movimientos  a Rayo se cubrió el frente y el flanco izquierdo y  el derecho, dejando libre y  orientando hacia una porteleira por la cual Rayo y la besta pasaron y se  reunieron con la grea. Las bestas que estaban tranquilas, se comenzaron a mover como si estuvieran nerviosas ante la revisión a que las estaba sometiendo Rayo.
Una besta daba de mamar a su potro que tenía una pierna quebrada; el potro se cansaba y se tumbaba en la hierba, su madre la protegía del sol dándole sombra.            


        
Estuvimos guardando la grea y dándole  más espacio para protegerse del sol. Con el móvil hablábamos con los que estaban con la grea del Cadavo a los que se le habían escapado cinco bestas. Por fin, podíamos ver a la grea que bajaba desde el majestuoso Cadavo, lo hacían lentamente por el cortafuegos, que podía ser cortapiernas, por las piedras y gruesos toxos. Como no se podía bajar, por la fuerte pendiente, había que ir zigzageando, en función de las piedras y toxos, en una función de ojeadores para elegir el mejor camino sin romper el cerco que tenía que ir adaptándose a los continuos cambios.
Abrimos el cerco por la parte inferior de la congosta y entraron as bestas do Cadavo con su caballo Veneno. El Rayo enseguida lo encontró, se dirigió hacia él, escarbó la hierba con su pata derecha, se adelantó, midió la distancia y se elevó sobre sus patas traseras, al igual y al tiempo que lo hizo Veneno; se intercambiaron intentos de mordiscos sobre cabeza y cuello y se cruzaron patadas con las patas delanteras y en el aire; se bajaron, se dieron la espalda y Rayo le soltó un par de coces, al tiempo que de reojo se apartaba, pero anunciando que la pelea continuaría. Mientras descansaban as bestas que habían bajado del Cadavo, se intercambiaban opiniones sobre qué hacer con el potro que tenía la pata quebrada: unos decían que llevarlo en el remolque a Sabucedo, otros que no llegaba andando a Sabucedo, otros que si lo dejaban el monte aunque con su madre, los lobos lo atacarían y comerían; otros que habría que bajarlo a Sabucedo con su madre; se decidió la primera opción con el riesgo de que al pasar separados una noche y un día no se encontraran.


Resuelto el caso, se ordenó iniciar la marcha hacia el cierre del Peón  donde ya estarían las demás greas. El camino es estrecho antes de cruzar la carretera e introducirse en los montes. Los que íbamos delante nos fuimos colocando en las distintas porteleiras por donde pudieran escaparse as bestas. En una porteleira nos colocamos cuatro con la distancia recomendada de abrir los brazos o agitar la vara; as bestas en contra de lo recomendable venían al trote, bien porque erróneamente algunos de los de atrás, no expertos, las empujaban o bien porque lo habían elegido ellas para ganar posibles ventajas. A mi derecha Jose y a mi izquierda el muro con una alambrada a la distancia de no más de un metro; venían al trote, pero Rayo como un relámpago, se colocó por aquel espacio imposible, rompió  la alambrada y se escapó. Me quedé de piedra y helado, no era capaz de entender como Rayo pudo haber pasado por aquel hueco y que con la fuerza e ímpetu incontrolado, parecía, no me hubiese tocado. Pese a la incomprensión, sentí que iba emergiendo un cierto sentimiento de culpabilidad. Se detuvieron as greas y un grupo de personas y jinetes salieron a la búsqueda de Rayo que no se había alejado mucho, y que al encontrase solo en la escapada, solo opuso la resistencia de su carácter indomable, pero al tercer intento regresa a las greas.
El domingo en el curro, el animador anuncia que se va a rapar a Rayo. Roi va buscándolo y tomando posiciones, lo sigue observando y comenta con Santi que él salte por la izquierda para cruzar y con Carlos Castrelo que se ocupe del rabo.  Roi sigue observando; se activa el resorte y con un preciso salto se coloca a lomos de Rayo, pero Rayo reacciona y no le da tiempo a que se agarre a sus crines; en un segundo intento Roi ya puede agarrase a las crines, pero Rayo con un giro de cuello vuelve a soltarse; en el tercer intento Rayo ya  no tiene tanto espacio, Roi consigue sujetarse con fuerza  a las crines  y apretar las rodillas sobre los lomos, y tras una corta cabalgada, Santi salta por la izquierda, cruza su brazo sobre la mandíbula y ojo al tiempo que Roi hace lo mismo por la parte opuesta,  pero éste además sujeta la oreja; Roi y Santi fijan con fuerza todo su peso sobre la arena,  Carlos Castrelo maneja con fuerza el rabo a izquierda y derecha para  desconcentrar la  fuerza de Rayo. Después de una serie de forcejeos, en los que Roi y Santi se ven obligados a despegarse del suelo, Carlos fija el cuarto trasero contra el muro, Roi y Santí agotan todas sus fuerzas, sujetando y fijando a Rayo mientras le rapan las crines y el rabo. Roi, Santi y Carlos Castrelo se abrazan exhaustos, el público enardecido les aplaude. El año próximo Rayo ya conoce las técnicas de los aloitadores, y si se consigue que baje al curro, ya puede poner en  nuevas dificultades a los aloitadores.





 Hay un dicho gallego que dice ”mal raio te parta”, pero Rayo es noble, en su defensa de su grea, en su independencia, en su libertad y en su noble enfrentamiento con tres aloitadores. ¡Hasta la Rapa del próximo año, Rayo¡  intentaré que busques otros caminos, reduciendo el espacio en el que me ganaste este año.

martes, 4 de junio de 2019

Xuntanza de Galegos en Alcobendas


……….Para terminar; hemos pretendido mostraros, con cariño A Rapa das bestas de Sabucedo; hemos intentado que el desconocimiento, el desinterés, la indferencia o los prejuicios sobre la rapa se contagiaran con una actitud de reconocimiento, de respeto y de desarrollo de un bien cultural; pero todo esto es una representación, les invito a conocer a los verdaderos protagonistas: as bestas,os aloitadores, los Montes de Montouto, las gentes de Sabucedo; la Rapa das Bestas de Sabucedo les espera. Muchas gracias.

                                                          Foto de Anxo Cabada







sábado, 13 de abril de 2019

¡¡ VIVAMOS A RAPA DAS BESTAS ¡¡


El primer fin de semana de julio, se celebra en Sabucedo, La Estrada, A Rapa das Bestas. Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1967, Fiesta de Interés Turístico Internacional en 2007.



Un poco de historia. Los caballos en régimen de libertad existían en los montes de Montouto, en la época prehistórica y allí están hoy, as bestas, (ha de entenderse bestas o cómo genérico o como yeguas en libertad, salvajes; en ningún caso bestias). Así lo atestiguan las insculturas en Painceiros y Muimenta. En ó Chan da Carballeira, en Painceiros ( Museo Arqueolóxico de Campo Lameiro) se pueden apreciar dos ciervos y una escena de caza o de doma de caballos; el grabador fundió las dos patas en una sin olvidar la larga y espesa cola. El hombre no tiene piernas, la manera de representar a los jinetes, la postura de los brazos recuerda los jinetes de la Diadema de Ribadeo (Museo Arqueológico Nacional, Museo de Louvre, Instituto de Valencia de Don Juan (Madrid).


Estrabón, (29 a C.) habla de la guerra de guerrillas, en las que las tribus de los galaicos que desde los castros y desfiladeros atacaban la maquinaria pesada de los romanos, que encontraba dificultades de paso, en los riscos y desfiladeros. Los galaicos montaban dos en cada caballo, lo que demostraba la fuerza del caballo, su doma y adaptación a las piedras y picachos. En la batalla, uno luchaba pie a tierra y el otro peleaba cabalgando.


Plinio ( 77 de C.) escribía” en la misma España está el pueblo Galaico que cría una raza de caballos con un paso que no es corriente sino elástico porque extienden al mismo tiempo las patas de cada lado, caballos amaestrados para marchar al trote. Plinio hace referencia a que ” la velocidad con la que corren las yeguas, es debida a que fueron fecundadas por el viento del oeste”.
Los suevos, vándalos y alanos ocuparon Galicia en 411 y los visigodos en 485, sin cambios en los caballos. Los árabes, con Almanzor al frente saquearon ciudades, entre ellas, Santiago de Compostela en 997 y se llevaron caballos para la Dehesa de Altamira, en Córdoba, con la intención de mejorarlos y venderlos al Norte de África y Arabia.
En el año 1105 los Condes Don Ramón y Doña Urraca donaron el lugar de Sabucedo al Abad del Monasterio de San Lorenzo de Carboeiro (Silleda). En 1145, el Rey Alfonso VII al confirmar los bienes del Monasterio de Santa, María de Aciveiro (Forcarey) incluye las yeguas y caballos de San Lorenzo de Sabucedo. Este Monasterio gozó de muchos beneficios por ser la salida natural hacia Pontevedra y Marín; Cambados y el Grove, atravesando los montes de Montouto. Fue por este camino, por donde entró al peste “en el año 1567; por el mes de octubre empezó la pestilencia (peste bubónica), en el puerto del Grobe y duró más de un año, y de ahí pasó a Caldas de Reis y Codeseda; a Noya y Rianxo;y por mayo del setenta y nueve, a Vigo y Santiago” reza una inscripción en la Catedral de Santiago. Una orden del Procurador General, proclamaba “que se clave en cada una de las puertas un memorial de los lugares en que reina la pestilencia para que no entre ninguna persona que proceda de ellos: puerto de los Grobes, cotos de Codeseda… “(lindantes con Sabucedo).

Tradición oral. En estos años de la peste, dos hermanas, presas del miedo, se van a vivir a una cabaña en las afueras del pueblo y le prometen a San Lorenzo una yegua y un caballo, si no son atacadas por el mal. Escribe Francisco Regueiro Moreira (1884-1962), maestro de Sabucedo, escribe que las viejas podían haberse llamado Clara y Manuela, de agrio carácter por haberse enfrentado ambas a su madrastra. Su casa estaba a pocos metros del atrio de la iglesia, y dado el alto número de muertos por la peste, hubo que empezar a enterrar fuera del atrio y ellas veían fuegos fatuos casi continuos desde sus ventanas, (entierros o Santa Compaña), siendo ésta una de las causas por las que decidieron abandonar su hogar, salir a vivir a un sitio más alejado y donar la yegua y el caballo a San Lorenzo. Sí se mantuvo, en el tiempo, la denominación de ese lugar como “a casa das vellas”, “as lobageiras das vellas”, y hoy se pueden visitar las excavaciones donde se ubicaban.

De la historia reciente. Desde 1682 se registran, año tras año, los datos referidos a Rapa das Bestas en los Libros de Culto y Fábrica del Archivo Parroquial de Sabucedo. Algunos datos significativos: en 1732, se contabilizan 18 reales de vellón que hubo que pagar a la gente que fue a buscar as bestas al monte y juntarlas en él. En 1752,…hay 37 entre bestas y potros, siendo los vecinos de … Sabucedo 54.
En 1774 “ un garañón” que no acompaña ( no procrea) En 1780 se menciona la venta de potros y de crines “ cada tres rapadas, un kilo de crines” En 1872, el día que se celebra la Rapa, el párroco recibe informes confidenciales de que un Comisionado de la Administración de Bienes Nacionales de Pontevedra que con tres guardia civiles y el Alcalde de Cerdedo iban a proceder a la “venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia……).
El Párroco y los feligreses sueltan as bestas a los montes. La guardia Civil y una comisión intentan contarlas; ante la imposibilidad de hacerlo, tomaron declaración a vecinos de Campo Lameiro y Cerdedo. En 1888 aparecen noticias del lobo “compra de estricnina para matar los lobos, 15 pesetas”. El 11 de septiembre de ese año murió intoxicado por estricnina el Párroco don Ángel Nadar, que no pudo terminar la misa que estaba oficiando. Los Tribunales Eclesiásticos cargaron contra Manuel Alonso Paredes. Hombre entendido, curandero,casado, cuya señora estaba en cama tullida y que tenía una sirvienta de parte interesada. Indirectamente, desde el púlpito, el párroco recriminó a Alonso su conducta. Alonso respondió al cura que “anochecería y no amanecería”. Como la sacristía estaba en obras, Alonso entró por un boquete y depositó estricnina en las vinajeras. Aunque no hubo testigos, fue encarcelado y condenado a cadena perpetua.

A BAIXA. As bestas están hoy, en los Montes de Montouto, entre los Municipios de Cerdedo, Campo Lameiro, La Estrada y Forcarey., en una zona de forma más o menos rectangular de 9 x 7 kms y una extensión de 65 Kms cuadrados. El Monte Cabeiro y el Cadavo son los montes más altos, 800ms y desde el Cadavo se divisa a la izquierda la Ría de Pontevedra y a la derecha, casi pegada, la Ría de Arosa. Los demás montes se elevan entre los 500 y 700 metros.
La grea es la unidad familiar del caballo con sus 35 yeguas, más y pocas veces menos, y sus potros y ocupa un monte determinado.
La vida de la grea es tranquila. El trabajo del garañón no es liderar el grupo sino reunir y proteger a la grea. Sigue a las yeguas, controla a las que se quedan descarriadas o de parto. Sí, actúa como líder cuando se enfrenta y desafía a otro caballo o cuando defiende a la grea, de los lobos. Cuando atacan los lobos, la grea se organiza en círculo situando los potros en el centro y cerrando cuarto trasero con cuarto trasero; el caballo galopa y relincha dando vueltas alrededor del círculo. Se ha visto a un caballo lanzar por encima de un muro a un lobo, con la tremenda fuerza del redoble de la coz. Las bestas no quieren estar siempre juntas, se colocan en extremos para llamar la atención del caballo. Sin embargo cuando holgazanean, dormitan o están juntas muestran constantemente relaciones de amistad. Cuando se desplazan, normalmente siguen unas a otras en el mismo orden jerárquico establecido. Las bestas se aparean en primavera y verano, son fértiles cuando los días son más largos La gestación dura entre 365 y 392 días. El parto se produce, normalmente, en las primeras horas de la mañana, la besta se separa deliberadamente del grupo; el parto dura más o menos 20 minutos y después del parto reposa unos 15 minutos. Lame al potro, para quedarse con su olor; el potro se levanta sobre sus tambaleantes patas, a la media hora de haber nacido; la madre lo llama y él responde inmediatamente. El potro descubre por su primer y mágico instinto la leche. Las bestas no amamantan a los potros de las otras bestas, los rechazan y ahuyentan; aunque se han conocido casos de amantar a otros potros, por pérdida del suyo. El caballo sí juega con todos los potros y los reconoce.
Esa vida entre nieblas, bajo el sol y la lluvia, con problemas de comida en invierno y con la alegría del verano y la primavera, con los peligros de los incendios y de los lobos, se va alterar el día de la Baixa, el primer viernes de julio.

La pequeña iglesia de Sabucedo, se vuelve todavía más pequeña por la afluencia de parroquianos, curiosos y turistas lejanos que asisten a esta misa singular, que concluye con el deseo del cura de buena suerte en el monte bajo la protección de San Lorenzo. Paco de Magariños lanza los cohetes que anuncian la salida hacia el monte. Confluyen na Costa do Campo, los que habían asistido a la misa, los recién llegados, los que salen de sus casas, y los no amanecidos. En la mano derecha, una vara que desde una raíz o nudo (vara de moca) que sale desde el suelo hasta la altura del hombro que servirá para apoyarse, para andar y para alzarse al viento cuando as bestas intenten escapar; en el cinturón, una bolsa atada con el bocadillo, el reconstituyente para la larga mañana. Muchos, con la mochila a la espalda cargada de cámaras.
Por la Costa do Campo se van formando los grupos, cruzan la carretera(los peajes del progreso) vuelven al camino, y a su izquierda los molinos de Comercio, das Paradas y dos Obelleiros, rehabilitados en medio de carballos y aveneiros (avellanos) que dan sombra a la luz de las aguas cristalinas del río. Se pasa por el puente romano, también rehabilitado y limpio, estrecho pero impregnado de libertad para as bestas y caminantes que buscan una naturaleza y aire más verde y más puro. Los grupos atajan por el Salgueiro, un bosque enriquecido por acivros (acebos), protegidos por carballos y atacados por los eucaliptos. El primer repecho As Cabaniñas y el Marco Feal es duro; los conocedores del camino, aminoran el paso y ralentizan la conversación; los menos informados continúan, pero a media cuesta, se detienen resoplando, mirando la cima y retomando fuerzas. Al llegar arriba, los hombres y mujeres, miran atrás y abajo, se sonríen satisfechos. Llegando A Espiñeira, un remanso de llanura anima a los grupos y los altos pinos de la derecha saludan con el rumor del viento y sus ramas. Ya se divisan las primeras bestas a la izquierda pero nadie se acerca a ellas, se recogerán al regreso. En o Chan das Qeimas está el Peónel cierre”, una zona semicerrada en la que se reunirán más tarde todas as bestas. Aquí se toman las primeras decisiones; los menos, pero más cansados, se quedan; los grupos eligen el camino y la grea que van a ir a buscar. Hasta siete caminos se pueden elegir para ir a buscar las correspondientes greas y sus caballos: a Bufón, en el Monte das Quintas, al Castaño en Corvos, Montefría y Peña Cebral; al Negro, en Chan das Queimas e Caveiro, al Borrallas en Piorneira y Montes de Souto, al Jano en A Chaira dos Aguillóns e A Conla, al Castaño en las Lamas, al Veneno, en el Cadavo. Un mozo experimentado de Sabucedo y conocedor de los caminos y de las greas capitanea un grupo: Samuel, Touriño, Michel, Luís de Celia, Obelleiro, Paz, Roi y también Nuria, Rosa, Leonor, Sara que conducirán a un grupo, a cada uno de los diez montes. El más lejano, el más alto y con as bestas más rápidas y las más difíciles de reunir es el Cadavo. Es el que eligen los más asiduos, los más osados y los más exigentes. Al llegar a las Lamas, aparece el Cadavo. majestuoso, inmenso, desafiante, invencible de frente. El grupo lo ataca por la izquierda por una cuesta constante y sinuosa, llena de piedras insorteables que las vas mirando por seguridad, pero también con miedo a levantar la mirada y encontrarte con lo que todavía te falta por subir. Los primeros grupos en llegar divisan una grea, observan las posibilidades y posibles huidas das bestas y esperan la llegada de más grupos.
Apoyado en la vara, el máximo responsable analiza la situación y comenta con su compañeros la estrategia a seguir y las posibles repuestas das bestas; unos y varios señalan con la vara los itinerarios para rodear a grea. Decidido, se ponen en camino y recomiendan el silencio para acercarse con un rodeo amplio, estableciendo un círculo que poco a poco irán cerrando. As bestas, cuando se dan cuenta de que están rodeadas, siempre intentarán escapar, lo consiguen muchas veces, bien por errores por una la distancia mayor entre los que componen el círculo (o cordel), bien por acercarse demasiado y dejar los flancos al descubierto, o por un ataque rápido y veloz de un grupo de bestas.





Es importante obedecer las instrucciones de los responsables ya que un error o un subidón del ego, creyendo que es fácil y que ya está conseguido, pueden desbaratar todo el trabajo del grupo y de varias horas. Rodeada la grea, se produce una situación de descanso pero “in vigilando” de todos, los mozos y mozas apoyados en la vara pero sin dejar de vigilar y de alertar ante los cambios; as bestas, rumiando pero sin dejar de evaluar las ventajas de la vegetación y la orografía, y los posibles huecos por donde huir.


As bestas do Cadavo son las más difíciles de bajar, disfrutan de amplios y abruptos espacios y conocen bien las bajadas y subidas. As bestas, rodeadas, bajan despacio, pausadamente; de repente se concentran sobre un flanco, allí se estrecha el círculo y se prepara más gente; en un instante, nueve se lanzan a galope sobre el flanco que ha quedado algo desguarecido, varios intentan detenerlas, en vano. A gritos se reconviene a todos que cierren el círculo porque si no se van a escapar todas. Se detiene la grea, se reordena el círculo y se descansa para enfriar las fuerzas y las sensaciones. Salen cuatro jinetes para rodear a las huidas, pero uno cabalga en paralelo y as bestas se alejan todavía más. Se reorganizan los jinetes en círculos más amplios que se completan con personas a pie; as bestas comprueban que están solas, que la escapada no ha tenido éxito, que se van a quedar el monte sin sus compañeras, y tras varias carreras e intentos, se dejan conducir hasta la grea, se abre el círculo y una vez cerrado, se reinicia la bajada.
Al pie del Cadavo se reúnen todas las greas de ese monte majestuoso para conducirlas juntas hasta el cierre. Cada cierto tiempo y también en función de la orografía o el agua para beber as bestas, se establecen descansos para todos. 

Al llegar o Chan das Queimas, ya están las demás greas en el cierre, excepto las que se van a recoger de regreso y los grupos de bestas que se han escapado. Hay más gente que bestas que aplauden la llegada de las greas del Cadavo. Se abre el cordón que completa el cierre y se une al de los que llegan, entonces as bestas entran a trote. Se multiplican los relinchos, se mezclan as bestas, las madres buscan a sus potros y los caballos a sus bestas; y se encuentran ellos frente a frente. Se reconocen, bajan la cabeza, meten el hocico hacia adentro para fijar su visión, escarban el suelo, se intercambian mordiscos, parece que se alejan, pero se elevan sobre sus patas traseras y de pié se entrecruzan mordiscos, bajan, se dan la espalda y se intercambian dos coces que suenan en un solo estallido, se vuelven, se miran y se alejan…hasta otra. Los potros han encontrado a sus madres, algunos maman y as bestas miran con indiferencia la multitud que las observa.
Son casi las tres de la tarde y los que llevan desde antes de las siete, andando, corriendo y saltando, se dejan caer sobre la hierba, desanudan la bolsa del cinturón y acompañan el reconfortante bocadillo con una cerveza o un vino de las tiendas allí instaladas. Se recuentan las greas y se decide bajar a Sabucedo. Aunque hay mucha gente para rodear as bestas, no hay que relajar la vigilancia y ni perder el paso, ahora as bestas por el camino y los jinetes y la gente por las laderas y los toxos. 



Se llega al cierre de Cataroi, se meten allí todas las bestas y buscan agua y refugio para pasar la noche, estarán cansadas pero no descansarán mucho porque no se encuentran en su territorio de todo el año, es viernes y con la baixa se inician los cuatro día de la rapa.

El sábado por la mañana, as bestas bajan por el monte Feal y las Cabanillas, desde el pueblo ya se divisan y desde el pueblo, con una salva de cohetes se anuncia su próxima llegada, en una hora más o menos.


Cruzan la carretera y suben por la Costa do Campo. Cientos de personas se agolpan en la carretera y por la Costa do Campo van apareciendo grupos de jóvenes y mayores, mujeres y hombres, sudorosos y cansados al frente de grupos de 50 ó 60 bestas, que suben a la carretera y nerviosas y desconcertadas miran a uno y otro lado a los miles de personas que ocupan las laderas de la carretera. Si inician un trote, se les detiene para que no confluyan con otro grupo. Al llegar a las proximidades del curro, inician el trote y cuando ya está dentro se paran y se van adaptando al espacio cerrado. Cuando el curro está casi lleno, as bestas que no pueden acceder al curro se desvían hacia el monte del Curuto.


El Curro

El curro viejo, del siglo XVIII estaba en el atrio de la iglesia, era cuadrado y una bancada apoyada sobre una de las paredes de la iglesia; el moderno, 1997, es semicircular y está en el Campo del Medio. Se ha quedado pequeño, y ya se ha ampliado hasta las 2.000 personas. Para la rapa del sábado y domingo, se recomienda la compra de entradas por internet, ya que las largas colas para adquisición de las pocas entradas a la venta, terminan con el desánimo y cabreo de la mayoría. En la pared del curro, hay dos esculturas de caballos esculpidos en bronce del escultor Juan Oliveira (Plaza de España de Vigo, Glorieta de Vigo en Tuy, Aeropuerto de Barajas, Monumento a Europa en Playa de Samil, Vigo, Menorca, Guadalajara).
Se cierran las puertas y los aloitadores se van situando contra la pared y frente al público, nerviosos, comentando, examinando as bestas, las piernas sueltas e inquietas. Los gaiteiros se esfuerzan pero sus sonidos, apenas son oídos entre la insistencia de los relinchos y la algarabía de los aplausos. Los gritos de admiración se multiplican cuando dos caballos, Jaco y Sanitario, se elevan sobre sus patas traseras y se lanzan mordiscos, bajan y se despiden con dos coces, se miran y se retan para volverse a encontrar.



La primera faena en el curro tiene un doble matiz social: la retirada de los potrillos para que no sean dañados en la refriega, y el “bautismo” de niños y niñas como aprendices de aloitadores, el rito inciático. Un aloitador, señala un potrillo y lo sujeta; dos niños se agarran a la cabeza con la ayuda del adulto que sigue sujetando el rabo y la cabeza; el potrillo empuja y salta, un niño cae al suelo; se levanta raudo, vuelve a agarrar, el potro se escapa, vuelta a empezar. Las carcajadas del público relajan la tensión de las madres y la sonrisa cómplice de los padres que no pierden ojo. Retirados los potrillos en un anexo del curro, sube la expectación y los aplausos se acompañan.
Los aloitadores en línea, tensos, con la mirada fija, esperando la llamada, el impulso, la vehemencia de la pasión. Abogados, mecánicos, biólogos, profesores, policías, musicólogos, topógrafos, parados, informáticos, médicos, metalúrgicos, ganaderos, ingenieros….gallegos. Pasa Jaco, imperiosas crines, ojos oscuros, escultural testuz ¡A él¡ ¡Vamos¡, grita Touriño, Toño vuela sobre los cuartos traseros, se encumbra en el lomo, aprieta las rodillas; espaldas de atlas, con la mano izquierda agarra las crines y con la derecha, incita, jalea y dirige; cabalga hasta que Roi salta por el costado izquierdo, Touriño se aferra al rabo del caballo y lo zarandea de derecha a izquierda y de izquierda a derecha; Toño y Roi, al unísono bajan del caballo, colgados en el aire para doblar la dura cerviz; el caballo se encabrita y los empuja hacia arriba; tras varios intentos al aire y fuertes zarandeos con el rabo, en una cabriola, el caballo cae a la arena, Roi queda debajo de la cabeza del caballo, pero sin soltarlo Toño por encima, un tercero ayuda a que se coloquen y queden apartados de las posibles coces, Touriño resoplando por el esfuerzo se apoya en los cuartos pero sin soltar el rabo. Rugen los aplausos, repican los gaiteiros, se acerca Paco con las tijeras, las crines a lo “parisién” y el rabo para Francisco para un buen “desfilado”.
Terminada la faena, el caballo se levanta, atruenan los aplausos, Touriño, Toño y Roi, se abrazan y lo agradecen; se retiran al muro para retomar fuerzas y para dar el testigo a otros aloitadores.
Decía Camilo José Cela, en Mazurca para dos muertos “su valor sólo era comparable al de los aloitadores de Sabucedo. No es sólo cuestión de fuerza y de valor. Hace unos años aparecieron en el curro un grupo de madereros canadienses (cada año, siempre algo novedoso: japoneses, australianos, suecos…), armarios, de casi dos metros, 130 kgs y mazas de brazos. Se reían cuando veían que unos caballos tan pequeños se escapaban o tiraban por los suelos a los aloitadores. Pidieron permiso para bajar al albero y mostrar sus cualidades. Con sonrisa retrancada se le otorgó la autorización; tres de aquellos fornidos rubios pesaban más que a besta, pero a besta se le escurría de los brazos, los tiraba al suelo y se escapaba. Sudorosos se levantaban y ya con otra sonrisa más tímida, volvían a intentarlo, y otra vez de vacío, hasta que se dirigieron a un aloitador solicitando ayuda, éste con un gesto de comprensión se acercó y con otro aloitador, le mostraron y demostraron la técnica a emplear.

El aloitador se dota de una técnica individual que aporta al equipo, aunque domina todas las técnicas destaca especialmente en alguna de ellas: en el salto, al cabalgar, al rabo, en la presión sobre la cerviz, en el dominio en el suelo, en la caída. El que salta, el que acompaña y el que zarandea el rabo forman un equipo, en el que si falla uno, la faena no se culmina; la conjunción tiene que ser casi perfecta y precisa.


Para aloitar y agarrar se requiere una técnica muy precisa y depurada: buen salto sobre los cuartos traseros para caer con fuerza y presión sobre los lomos, apretar las rodillas con precisión, agarrar las crines con fuerza con las dos manos, soltar una mano para dirigir a besta mientras la otra se aferra a las crines, cabalgar lo justo, dejar sitio para que el agarrador salte y pueda agarrar las crines y la cabeza por el lado contrario, cruzar ambos los brazos y antebrazos desde la mandíbula da besta hasta las axilas de cada uno; con la otra mano agarrar con fuerza la oreja de la besta, colgarse y quedar suspendidos en el aire sin soltar la cabeza para doblegar la cerviz; caídos al suelo abrir las piernas y fijar con fuerza toda su posición al suelo y contra a besta; equilibrar su posición, su presión su fuerza y peso con la que ejercita el compañero; además tienen que estar atentos a los zarandeos y cambio que está produciendo el agarrador que está al rabo.




Cada salto a una besta es distinto, el aloitador y el agarrador tienen que ir adaptándose a los cambios rápidos que se producen y a las nuevas exigencias pero al mismo tiempo tiene que disponer y manejar los recursos más adecuados: tener cuidado con los golpes contra la pared, por lo que a veces apoyan los pies contra ella mientras cabalgan sujetos a las crines, evitar los mordiscos y las coces, cambiar a las posiciones más convenientes, evitar que si te caes al suelo te puedan pisar; si el caballo se ha escapado, saltar sobre una besta próxima para cambiar y volver a cogerlo, auxiliar al compañero que se ha caído, si te caes al suelo debajo de a besta, girar para colocarse encima, en esta posición apartarse del radio de acción de las coces. Conjunción, combinación y gama de valor, de técnica y de pasión. La pasión se lleva en la sangre; desde niños, los Obelleiro, Touriño, Arístides, Sanmartin, Magariños… todos quieren ser aloitadores como sus abuelos, padres o tíos, que le trasmitían su pasión, su respeto por el caballo, su sensibilidad para enfrentarse a él con nobleza y con su compromiso con la Rapa. Pepe de Eladia, Touriño, aloitador histórico, fallecido este año, soportaba todos los inconvenientes de la dura emigración en Francia, sus vacaciones eran los días de la Rapa, con el riesgo de lesionarse y perder su trabajo; el desaparecido Diario Pueblo recogía sus grandezas como aloitador,su hijo José Manuel trasmite su pasión a los jóvenes aloitadores, contagia al público y sus gestas están en todas las televisiones, su hermano Michel, elegancia griega y compromiso con el caballo vive la pureza y nobleza de una relación de respeto, cariño y compromiso.

Fernando Obelleiro, otro mito, trasmitió a su hijo Fernando, su elegancia, estilo y buen hacer, y aunque este en su trabajo de catedrático e investigador resuelva el problema electromagnético de 150 millones de incógnitas, no falta a su cita con la Rapa para continuar con la saga de la pasión. Y así, casi todos, vienen de Madrid, Barcelona, Andorra, Tenerife, …a su cita con as bestas.


El caballo es amigo de sus amigos en el monte, y en el curro el aloitador no le roba su libertad; se enfrentan en un duelo cuerpo a cuerpo, se produce un lenguaje corporal en igualdad. El caballo tiene inteligencia y alma; si el aloitador tiene miedo, la lucha va a ser desigual; si el aloitador le tiene respeto, están en igualdad. En el fragor, la fuerza y los recursos técnicos, los emplean el uno y el otro, pero cada uno aprende de lo que hace, por lo que cada uno aprende de lo que el otro le va exigiendo.
Cuando termina la faena, el caballo, rapado, se levanta rápido; el aloitador, exhausto, no le guarda rencor al caballo por los esfuerzos que le han exigido o por los golpes y magulladuras recibidas; como no pueden darle la mano, le dan una palmada y le sonríen agradecidos por los momentos intensos y apasionantes que le ha concedido.
Los aloitadores, actúan en dos equipos tres, por lo que los espectadores pueden elegir a un equipo y pasarse a otro en función de la fase o por lo más espectacular e interesante.
El maestro periodista y escritor Borobó escribió “el encierro de San Fermín es un juego de niños comparado con A rapa das bestas de Sabucedo”.
Se producen pisotones, heridas, contusiones, roturas, pero en todos los años de los que tenemos constancia escrita, nunca se ha producido un accidente grave; algunos lo atribuyen a San Lorenzo, que se preocupa.

Después de dos horas largas, se han producido imágenes y situaciones tan ricas y variadas que te quedas con todas. Los aloitadores anuncian la última, que nunca va a ser o porque el público pide más o porque algún aloitador se calienta ante una besta.
Ahora sí, los aloitadores se sitúan en la pared, los asistentes aplauden y los aloitadores agradecidos devuelven los aplausos.
Salen los potrillos y buscan a sus madres, se produce un coro de relinchos que se va apagando en la medida que se van encontrando y lamiendo. Se abren las puertas, atronan los aplausos, los aloitadores se cogen por las manos y con los brazos estirados forman un circulo para que as bestas, se dirijan sin desorden hacia la puerta de salida del curro, y tomadas por otros aloitadores lleguean al cierre hacia del Curuto donde podrán descansar hasta el domingo a las doce para volver al curro, en la segunda rapa.
Por el Campo del Medio, pulpo, churrasco, vino del país, empanadas; en los chiringuitos, o en familia sobre la hierba. Por la tarde se puede visitar la exposición de paneles de grandes fotografías sobre A Rapa por las calles, o la ruta por los Muiños, de Vesa Carballa y Casa das.
El domingo, antes de las doce, as bestas abandonan su reposo en el monte do Curuto cruzan el pueblo, con dificultades por las riadas humanas que inundan la carretera, y entran en el curro donde los previsores y afortunados que han podido dotarse de entrada, reciben as bestas y aloitadores con nerviosos y expectantes aplausos.
Separados los potrillos, la tarea específica de hoy, antes de iniciar A Rapa es separar los caballos que se van a vender. La estructura familiar de la grea, un caballo por cada 45 bestas y su localización en el monte, obligan a que los caballos en edad de procrear tengan que abandonar la grea, porque crearían otra manada y dificultarían tanto su ubicación en el terreno como el tener que bajarlas por lo que son vendidos. Se distinguen, además de sus atributos sexuales, por el pelaje que está cambiando. Son los más difíciles de aloitar, por su fuerza y vigor, y porque nunca antes fueron aloitados, es la primera vez. Los aloitadores más expertos se encargan. Terminan siempre en el suelo, ya que hay que doblegar al caballo para poder colocarle la soga. Colocada la soga, el caballo se pone en pie, se eleva, arrastra a los que sujetan la cuerda, a veces los tira; es muy costoso y difícil que no inicie el trote, se pone de pie sobre las patas traseras y tira de la cuerda; tras forcejeos constantes, el caballo puede salir del curro y ser llevado ante los ganaderos que pujarán por su compra.


Se inicia la rapa, con su ritmo, circunstancias y situaciones específicas de cada día; cada rapa es única y distinta, la de hoy, domingo, termina sobre las tres de la tarde. Al atardecer, festival folclórico en el campo de medio y fiesta hasta la madrugada con orquestas de fama.
Todos un poco maltrechos, iniciamos, con las fuerzas al límite, el lunes. Aunque la mayoría das bestas son propiedad del Santo, San Lorenzo, del pueblo, hay familias que tienen bestas, para seguir la tradición de sus antepasados y es el lunes, muy de mañana, cuando las van a buscar al Curuto, las separan de las del Santo y las llevan a sus eiras (eras) para raparlas y marcar a fuego su distintivo si son jóvenes.
A las doce, en el curro, se celebra la última rapa; después de la separación de ,los potros y de la rapa, lo específico, de este tercer y último día, es colocar el chip a los potros del Santo para ser reconocidos, es su divisa; y colocar gps en algunas bestas.
Al terminar la tercera rapa, se juntan los potros con as bestas en el curro, salen corriendo para encontrarse con las que están en el cierre del Curuto, se van reagrupando las greas; los aloitadores las dirigen hasta las afueras del pueblo; por el camino ya cada caballo va ido identificado y reuniendo a sus bestas y potros; huelen la libertad; caballo al frente inician el trote, cada grea se dirige a sus dominios, a su libertad.
Desde el muro da Costa do Campo, las vemos desfilar en el horizonte; vientos de libertad. Un año más y van……casi 400 años.

Texto: José Manuel Cabada Álvarez. 

Fotografía: Anxo Cabada Álvarez